sábado, 11 de diciembre de 2010

Doña Petra, diez años después

Yolanda Sánchez Ogás

Este día 7 de diciembre se cumplieron diez años de la muerte de Doña Petra, ella ya no está, pero sus pensamientos, su legado sigue. Está en muchos escritos que recogieron sus palabras, está en las fotos y objetos que legó al museo comunitario El Asalto a las Tierras del ejido Michoacán de Ocampo, está en el pensamiento y conocimientos de quienes como yo, conocimos con sus pláticas la historia del movimiento agrario y de la formación de los ejidos.

Está en alguna planta que nació en la tierra fertilizada con sus cenizas, esparcidas en el Cerro Prieto, como ella decía: No quiero que me entierren, quiero que tiren mis cenizas en Cerro Prieto y a van a nacer plantas que sirvan de alimento a algún animalito. Así nunca voy a morir. En mi pensamiento y en mis sentimientos siempre estará, por ello, en este aniversario de su fallecimiento recupero y comparto las palabras que escribí en un periódico y las que pronuncié en el homenaje que le rindieron en el jardín del ejido, alumnos, profesores y gente de la comunidad, hace diez años.

Doña Petra.
Vio amaneceres durante casi un siglo, muchos de ellos en su casa del ejido Michoacán de Ocampo donde vivía con la ilusión de ver un nuevo día. Privilegio que ella se empeñaba en conservar “no quiero morirme, mientras la lengua me funcione y pueda hablar quiero seguir viviendo”.

Y si, doña Petra Pérez Viuda de Rentería no solo conservó la capacidad de hablar, sino que, hasta el final de su vida, con plena lucidez platicaba sus andanzas por su natal Nayarit, un corto periodo que vivió en Estados Unidos y sobre todo, lo que vio en este Mexicali que conoció desde 1929, cuando por primera vez llegó a esta tierra.

“Nomás me acuerdo desde que tenía tres años” decía y empezaba a desgranar sus recuerdos. Doña Petra nació el 30 de mayo de 1902, en Jora, un pueblo perdido en la sierra de Nayarit. Vio transcurrir todo el siglo XX y murió el 7 de diciembre del 2000, a los 98 años. Aunque ella decía que había nacido en 1898, incluso, de una manera sencilla, su familia, personas del ejido y algunas amistades de Mexicali celebramos con una misa cien años de su existencia.

Pero, ¿quien es doña Petra y porqué importan tanto sus testimonios? Bueno, el sólo hecho de vivir ciento dos años indica que ha sido testigo presencial de acontecimientos que han marcado la vida de nuestro estado y del país . Actualmente, pocas personas nos pueden hablar de hechos revolucionarios como la llegada y alojamiento de los villistas en la ranchería donde ella vivía, de la vida y carencias de las personas durante la revolución.

Vivió los peligros de la construcción de la vía del ferrocarril del Pacífico, de La Quemada en Jalisco hasta Nogales, al recorrer con sus hermanos campamento tras campamento haciéndoles comida. En esa época fue testigo del esfuerzo de los trabajadores del ferrocarril expuestos siempre a que estallara la dinamita, como ocurrió en varias ocasiones.

Platicaba de sus temores cuando en Ciudad Obregón, cuando viajaba hacia el norte, sin saber de que se trataba, se vio envuelta en la rebelión escobarista de 1929 y no pudo continuar su viaje al. Vivió junto con la población el pánico de ver por primera vez un avión y peor aún, arrojando bombas al enemigo. Para nosotros los mexicalenses, los testimonios más importantes de Doña Petra son los que relata a partir de 1929, porque nos permiten conocer al Mexicali que no nos tocó vivir, pero que tiene tanto que ver con el Mexicali actual.

A partir de 1935, ya como compañera de Hipólito Rentería, presidente de la Federación de Comunidades Agrarias, conoció de cerca las acciones que tuvieron que ver con la aplicación de la reforma agraria en el valle de Mexicali. Doña Petra, como todas las mujeres, no participó directamente en la toma de tierras, sin embargo, como compañera del Presidente de esa Federación, ella fue testigo de todos los acontecimientos que llevaron a los campesinos del valle de Mexicali a acelerar la recuperación de las tierras proyectada por el gobierno del Presidente Lázaro Cárdenas.

Doña Petra participó activamente en la formación del ejido, como todas las mujeres de campesinos, verdaderas heroínas por su lucha contra el polvo que les cubría hasta las rodillas cuando recorrían kilómetros y kilómetros con su cajita de mandado a cuestas, cuando en los camiones, a veces cargados de algodón, iban al “pueblo” (Mexicali) a tratar de hacer rendir los dos pesos diarios que el banco ejidal les daba para el sostenimiento de la familia.

Mujeres como Doña Petra formaron los ejidos. En racas jaladas por caballos iban a los alrededores de Cerro Prieto a cortar ramas de ocotillo para hacer sus casas de cachanillla, acarreaban piedras que usaban como filtros para limpiar el agua del canal que bebían. Ellas construían hornillas, las camas de ramas y lonas que usaban. Vivían en lucha cotidiana contra los moscos, el calor que más de una vez dejó tendido en el terreno a los campesinos, el frío y las polvaredas del otoño e invierno. Acarreaban agua del canal hasta la casa por aquellos caminos enlodados. Todo eso nosotros lo vivimos, decía Doña Petra, pero ahora la vida en el valle es muy diferente.

Esas condiciones adversas no desanimaron a las mujeres, quienes de acuerdo a un decreto emitido por la esposa del Presidente Cárdenas, Amalia Solórzano de Cárdenas, solicitaba que las mujeres de cada ejido formaran una liga femenil para apoyo de ellas mismas y sus familias. En el ejido Michoacán de Ocampo las mujeres formaron la Liga Femenil “Amalia Solórzano de Cárdenas” y fue Doña Petra quien elaboró la bandera.

En 1989 tuve la suerte de poder formar un Museo Comunitario en la antigua escuela del ejido. Acudí a Doña Petra. Ella, esposa del líder del movimiento agrario, del primer diputado campesino de Baja California y dirigente de la Liga de Comunidades Agrarias y además poseedora de una excelente memoria y buena disposición, era la persona indicada como informante, para proporcionar objetos y fotografías. En su primera etapa, el museo se formó en buena medida con su apoyo.

Por toda la riqueza de conocimientos que nos ha proporcionado, a mí en lo personal y a la población mexicalense en general, ya que este museo recibe la visita de miles de estudiantes de todos los niveles cada año, agradezco a Doña Petra Pérez Viuda de Rentería, los cien años de experiencias acumuladas y compartidas. GRACIAS.

Doña tenía un amplio repertorio de refranes que aplicaba a las diversas situaciones que se presentaban.:
Yo soy como el palo blanco,
ni me seco ni enverdezco,
pero siempre
ocupando el campo

Color zorrillo (entre prieto y blanco)

Era como el burro
del buen pastor
no tenía ni querencia
ni amor

Si es para esa cosa
aunque sea cojeando iré

1 comentario:

  1. GRACIAS POR RECOPILAR ESTAS HISTORIAS TAN BONITAS, MI TIA PETRA SI QUE ERA UNA PERSONA MUY ESPECIAL, POR SU MANERA DE PLATICAR LAS HISTORIAS TAN VERDADERAS, YO LA RECUERDO A LA PERFECCION Y SIEMPRE Q VISITABAMOS A MI ABUELITO APOLINAR LA VISITABAMOS A ELLA.. NOS CANTABA CANCIONES Y NOS HABLABA EN HUCHOL, NOS TENIA SOBRENOMBRES A MIS HERMANAS Y A MI, MI PAPA ES CANDIDO Y ES UN SOBRINO Q ELLA QUERIA MUCHO, NOSOTROS LA QUISIMOS TAMBIEN. ERA UNICA MI TIA , Y ME DA MUCHO GUSTO VER SUS PALABRAS TEXTUALES AQUI EN ESTE BLOGG, YA PARECE Q LA OIGO.

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